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domingo, 2 de febrero de 2025

Felisa Zamorano Martínez

 Felisa Zamorano Martínez

extremeña, maestra y cofrade

Cofradía Extremeña de Gastronomía









Esta biografía de Felisa Zamorano Martínez fue elaborada por la Cofradía Extremeña de Gastronomía en 2017, en el marco de la solicitud de la Medalla de Extremadura para ella. La propuesta contó con el apoyo unánime del ayuntamiento de Llerena, así como con la adhesión de la Inspección de Educación de la  provincia de Badajoz, el Colegio de Educación Infantil y Primaria Suárez Somonte de Llerena, el Instituto de Educación Secundaria de Llerena, el Centro de profesores de Azuaga, la Asociación de Diabéticos de Llerena y la Federación de Diabéticos de Extremadura. Lamentablemente, Felisa nos dejó en el año 2020.


 

Felisa Zamorano Martínez, nace en Llerena, el 7 de Diciembre de 1935, en el seno de una familia campesina y numerosa, transcurriendo su infancia en Los Molinos, pedanía rural, en la casa del huerto de sus padres y a escasa distancia de la casa de sus abuelos maternos, convirtiéndose en el centro del cariño y la atención de sus ocho tíos solteros, que desde muy pequeña la llevaban, por cierto a cuestas, hasta la escuela rural y mixta de Los Molinos. Allí aprendió sus primeras letras y sobre todo desarrolló un respeto y amor profundo por la naturaleza y por la vida al aire libre. Cuando se cansaba de estar en el aula con los mayores, Doña Ricarda, la esposa de Don Publio, el maestro, se la llevaba a la cocina, donde recuerda haber aprendido a hacer "puchas", inicio tempranero de su pasión por la cocina extremeña.

Siendo aún muy niña, va a vivir a Llerena, a casa de sus abuelos paternos, donde convive y aprende la importancia del núcleo familiar, como eje y centro de la vida, que luego trasladará a su propia familia.

En Llerena, estudia en la academia dirigida por D. Manuel Brull Fernández, donde ella confiesa encontró un claustro de magníficos profesores, que le inculcaron una vocación temprana y decidida por la enseñanza. Al decir de algunos de sus profesores y compañeros, destacó siempre por su capacidad para aprender y por su inquietud por cualquier actividad, fuera del género que fuera. Sensibilidad y determinación que marcarán su espíritu universal y generoso. No eran tiempos fáciles, y sus padres la reclamaban para que abandonara los estudios y se incorporara al trabajo de la huerta, deseo que ella cumplía en cada minuto libre, pero la opinión de sus maestros y su propio afán, la impulsaban a seguir estudiando. Así se presentó al ingreso del Instituto Bárbara de Braganza de Badajoz, que aprobó, pero que no pudo aprovechar, por falta de medios económicos para trasladarse a la capital. No obstante, siguió estudiando por libre, con la ayuda de profesores de su pueblo, hasta acabar el bachillerato.

Se presenta entonces un momento decisivo y crucial de su vida, cuando el dilema era: seguir estudiando su anhelada Carrera de Magisterio, o incorporarse al negocio familiar, opción lógica dado los escasos recursos económicos familiares. El destino decide, a través de la persona de su profesor de francés, Arturo Gazul, que una noche lluviosa, como ella recuerda, se presenta, en la casa de sus abuelos para convencerlos "que Felisa, sea cual sea el sacrificio, debe ir a Badajoz, a estudiar Magisterio". Siempre estará agradecida a D.Arturo y al esfuerzo de sus padres y abuelos para que su sueño se cumpliera, y en esta decisión puede estar la clave de la personalidad generosa y abierta de la que siempre ha hecho gala Felisa.

Se traslada a Badajoz, con tan solo 15 años, para cursar la carrera de Magisterio que termina con nota media de sobresaliente y sin edad para poder opositar, por lo que inicia su carrera como maestra en centros privados de Constantina, hasta que con veinte años aprueba las oposiciones, eligiendo como primer destino la Escuela de Los Molinos, donde comenzó su andadura con el saber y pasó seis años, impregnada e impregnando a sus alumnos del amor por la naturaleza y por las cosas sencillas. Obtiene traslado al Colegio " Suárez Somontes" de Llerena, donde pasará treinta y seis años ininterrumpidos de ejercicio profesional, todos ellos en el aula de párvulos, habiendo pasado por sus manos educadoras y conocimientos, infinidad de llerenenses que guardan de ella, un recuerdo indeleble, ya que en muchos casos, marcó el destino y el afán de muchos de ellos. En esta apasionada forma de entender su profesión, no paró ni un momento en perfeccionar sus métodos de enseñanza y su currículum, como su estancia en Alemania, donde aprende enfoques metodológicos novedosos en materias como la cuestión de género y la aplicación de los juegos a la didáctica, pioneros en la enseñanza de su tiempo. Participa, igualmente, desde el principio en el movimiento " Extremadura en la escuela”, qué alentará el sentido de conciencia regional a muchos niños extremeños

En 1959, se casa con Anastasio Sánchez, carnicero de profesión, ser humano abierto y preocupado por la cultura que acompañará a Felisa en el desarrollo de no pocas de sus inquietudes y respetará siempre su vocación de servicio público. Con ella crea una familia numerosa con siete hijos, a los que inculcan las premisas fundamentales de la filosofía vital y profundamente cristiana de la pareja: educación abierta, respeto hacia el prójimo y amor profundo hacia sus raíces extremeñas, y, como aderezo, un afán irreductible por aprender. Como mujer y esposa centra su vida en la educación de sus hijos, siendo madre ejemplar, ama de casa modélica y compañera fiel y colaboradora, ya que, acabadas sus tareas docentes, cumplidas sus faenas domésticas, aún le queda tiempo para ayudar en el negocio familiar, donde llegó a ser maestra en algunas labores, desarrollando un profundo conocimiento de los animales y de su cocina.

Mujer inquieta, pionera y comprometida, la labor pública no podía serle ajena, por lo que desempeñó tareas municipales, casi siempre como Concejala de Cultura, durante trece años en el primer ayuntamiento democrático, yendo como independiente en las listas de UCD, tuvo dos tareas esenciales en su labor municipal: la defensa del patrimonio y la recuperación de las vías pecuarias.

Su semblanza no puede abstraerse de su mundo polifacético y multicultural, ya que ha estado atenta a cuantas iniciativas han pasado por su lado, para tomarlas como propias y volcar en ellas lo mejor de su esfuerzo, así ha sido colaboradora de Cruz Roja y Aprosuba, debiéndose a ella el primer censo de minusválidos de la Comarca de Llerena. 

Fue Paciente Experto en autocuidado y control de diabetes, dedicando, a sus ochenta y dos años, dos días a la semana a recorrer la provincia para dar charlas a enfermos. Incansable viajera, recorrió el mundo, en un afán sin límites por aprender, conocer y respetar la cultura y la forma de vivir de los seres humanos.

Los últimos renglones de esta biografía con la que la Cofradía Extremeña de Gastronomía, quiere justificar su acuerdo unánime para solicitar la Medalla de Extremadura para nuestra cofrade Felisa Zamorano, resaltan la labor incansable y divulgadora de la cocina y la gastronomía extremeña, como elemento esencial de nuestra cultura y de signos identificadores del ser extremeño. Ingresa en la Cofradía, en Enero de 1981, tan solo seis meses después de su fundación, siendo su impulso y dedicación, un ejemplo para todos.

Su teoría y su práctica, su conocimiento experimentado de la sencilla cocina extremeña, sus vivencias en fogones y lares, su pedagogía para enseñar y transmitir conocimientos culinarios, marcaron, y aún perduran, los primeros pasos de la Cofradía.

Su participación fue vital en el bautizo público de la Cofradía, con la celebración de la I Matanza Didáctica en Defensa del Cerdo Ibérico y del Encinar Extremeño, celebrada en la Finca de Cansini (Badajoz) en enero de 1981, donde ejerció de maestra de ceremonia y experta.

Su magisterio gastronómico y culinario ha sido santo y seña de todos los miembros de la Cofradía, que hemos aprendido de ella, dentro de su inimitable amor por Extremadura, su voluntad inquebrantable por defender nuestros productos autóctonos y la esencia de nuestros fogones.

La Cocina extremeña ha sido su bandera para hacer Región, contribuyendo a crear un espíritu identitario del que carecíamos. Su participación en conferencias, mesas redondas o cualquier tipo de eventos donde lo extremeño culinario, fuera el objeto de divulgación, encontraron siempre en ella, un paso al frente. Su sencilla escritura ha estado presente en toda la literatura culinaria editada por la Cofradía. Todavía, a sus ochenta y dos años, era un ejemplo para todos con su vocación de servicio y ejemplar comportamiento en el desempeño de sus deberes cofradiles, siendo la primera en apuntarse a cualquier evento por kilómetros y molestias que ello le supusiese.

En definitiva, estamos ante la biografía de una extremeña humanamente ejemplar, comprometida socialmente, enamorada de su tierra, fiel con sus raíces y digna de ser reconocida por su trayectoria como Medalla de Extremadura.

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