Dieta mediterránea, alimentación tradicional y salud (II)
Luis Miguel Luengo Pérez - Profesor Titular de Endocrinología y Nutrición Clínica, Universidad de Extremadura.
Cofradía Extremeña de Gastronomía.
En esta segunda entrega, se analizarán los efectos sobre la salud que ha demostrado la dieta mediterránea, comparándola con otras dietas y se abordarán variantes de la misma.
La dieta mediterránea es el patrón alimentario que mayor evidencia científica posee, sobre todo desde las publicaciones científicas generadas por el estudio PREDIMED (http://www.predimed.es/), 331 publicaciones a finales de abril de 2021, que están reflejadas en el siguiente enlace (http://www.predimed.es/publications.html).
Se trata de un estudio realizado en distintas zonas de España, que evaluó los efectos de tres posibles pautas de alimentación en 7447 personas de entre 55 y 80 años, con elevado riesgo cardiovascular pero sin enfermedad cardiovascular establecida. Las tres pautas consistieron en lo siguiente:
Dieta mediterránea con extra de aceite de oliva virgen extra, que se les proporcionaba, y debían tomar al menos 4 cucharadas soperas al día.
Dieta mediterránea con extra de frutos secos, que se les proporcionaba, y debían tomar 30 gramos diarios (15 de nueces, 7.5 de avellanas y 7.5 de almendras).
Dieta control baja en grasas.
Las recomendaciones dietéticas resumidas de cada grupo se pueden encontrar en la tercera página del siguiente documento (http://www.predimed.es/uploads/8/0/5/1/8051451/nejmoa1800389_olf.pdf ). Para evitar factores de confusión y evaluar únicamente los efectos de la intervención alimentaria, no se hicieron recomendaciones de disminución de calorías ni de actividad física.
Tras analizar los resultados de salud de las tres intervenciones, se vio que desde los primeros meses del seguimiento, los dos grupos de dieta mediterránea tuvieron en torno a un 30% menos de infartos de miocardio, enfermedad vascular cerebral o muerte de causa cardiovascular, si bien sólo la dieta mediterránea enriquecida en aceite de oliva virgen extra mostró tendencia en disminuir la mortalidad global.
Así mismo la dieta mediterránea ha demostrado beneficios en la prevención y el control de la diabetes mellitus tipo 2 y otros componentes del síndrome metabólico, además de sobre algunos tipos de cáncer y, a pesar de no ser una dieta baja en calorías, en el control del peso corporal (http://www.predimed.es/publications.html).
Una revisión publicada en 2020 analiza los efectos sobre la composición corporal y sobre los factores de riesgo cardiovascular de varios tipos de dietas (https://academic.oup.com/advances/article-abstract/11/4/815/5736248?redirectedFrom=fulltext), como baja en carbohidratos, alta en proteínas, baja en grasas, paleolítica, de bajo índice glucémico, nórdica, vegetariana, DASH, ayuno intermitente... En dicha revisión, se establece que la dieta mediterránea es la que mayor nivel de evidencia muestra de efectos beneficiosos en parámetros de composición corporal, incluyendo el peso y el índice de masa corporal, colesterol y sus fracciones, triglicéridos, metabolismo de hidratos de carbono (riesgo o control de diabetes mellitus) y tensión arterial, no mostrando efectos desfavorables en ninguno de los estudios analizados en la revisión, al contrario que otros patrones de alimentación.
A pesar del enorme avance en el conocimiento científico que ha supuesto el estudio, se va a continuar evaluando los beneficios de la dieta mediterránea en el estudio PREDIMED PLUS (https://www.predimedplus.com/), en el que se estudiará el efecto sobre personas de ambos sexos de entre 55 y 75 años con sobrepeso u obesidad (no mórbida) y síndrome metabólico. En este caso, el grupo “control” recibirá la dieta mediterránea enriquecida en aceite de oliva virgen extra, tal y como se ha referido anteriormente, y el grupo de intervención recibirá recomendaciones para hacer una dieta mediterránea suplementada en aceite de oliva virgen extra y frutos secos pero con una reducción del 30% de las calorías, intervención intensiva sobre hábitos, con recomendación de 45 minutos diarios de actividad física (caminar o similar) y objetivos de pérdida de peso, incluyendo intervención conductual.
Por lo tanto, no es en sí una continuación sino una ampliación del estudio, incluyendo reducción de la ingesta calórica y aumento del gasto energético por la actividad. Seguro que obtendremos información de interés para poder aplicarla en las recomendaciones a los pacientes con síndrome metabólico.
Existen diversas variantes de la dieta mediterránea; de hecho, no es un concepto homogéneo. Como se comentó en la anterior entrega, se incluye como dieta mediterránea los patrones de alimentación tradicional de diversos países del entorno del mediterráneo que difieren bastante pero todos tienen en común el empleo del aceite de oliva como principal fuente de grasa.
En España también hay variantes de la dieta mediterránea, como la dieta atlántica y la dieta de la dehesa. La dieta atlántica es la variante de la zona de Galicia (y la costa cantábrica) e incluye un consumo abundante de pescado, similar a la alimentación tradicional en Portugal, que también está incluido en la dieta mediterránea, aunque su costa sea totalmente atlántica. La dieta de la dehesa, concepto no sé si acuñado por el Profesor Campillo pero fue a la primera persona a la que se lo escuché, es la variante en la que el consumo de pescado es menor pero mayor el consumo de cerdo con unas características especiales, de raza ibérica y con consumo de productos naturales en montanera, en la alimentación tradicional de nuestro entorno. Este cambio de pescado por cerdo supone cambiar una grasa saludable (poliinsaturados del pescado) por otra también saludable (monoinsaturados en el cerdo).
El análisis detallado de la dieta de la dehesa y de las características particulares de la cría y el consumo tradicional de la carne de cerdo, así como de los productos específicos de nuestra zona de dehesa, algunos con denominación de origen o indicación geográfica protegida lo abordaremos en próximas entregas.
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