La caza menor en Extremadura
Juan José Viola Cardoso (in memoriam)
Cofradía Extremeña de Gastronomía
Publicado en “Jornada La caza y su gastronomía” - Valencia de Alcántara, 01/02/2014 y Mesa y Fogón 29/10/2022
La caza menor se ha extinguido, en gran parte, debido al cambio brusco que se ha producido en su medio en los últimos 50 años siendo más acentuado aún este declive a partir de haber asumido las competencias de caza las autonomías regionales.
Las causas se han debido a los diversos factores que han intervenido en la modificación de las costumbres seculares. Entre ellos destacamos los que creemos más importantes: El cambio de las formas de vida en el campo con aplicación de técnicas agrícolas más agresivas con el medio, nuevas formas de explotación ganadera, con mayor carga, debido a los cercados, abandono de la vida rural, aumento desproporcionado de cazadores, normas de protección de depredadores contradictorias y politización de los usos y derechos de la caza con una intervención no siempre acertada de la Administración. Estos hechos, entre otros, han sido la causa principal del deterioro de la auténtica caza, la salvaje.
Pocas veces se ha tenido en cuenta lo frágil que es este recurso tan importante que nos da el campo, y menos se ha tenido la desgraciada facilidad con la cual se queda yermo en poco tiempo, y lo difícil, cuando no imposible, que resulta restituir el equilibrio cinegético a un terreno que lo haya perdido.
En tiempos pasados, cuando los cazadores conocían la esencia de la caza, esta circunstancia se tenía muy en cuenta y se procuraba por todos los medios no esquilmar de caza menor ningún cazadero. Se procuraba que los animales tuviesen bebederos en verano, y en las siembras, que entonces abundaban, al segar se dejaban marradas, se conservaban pequeños trozos de monte entre el pegujal, o cualquier otro tipo de protección para que se defendiera la caza de las rapaces e incluso de las zorras que, por tamaño, no podían entrar por las bocas de los vivares de los conejos.
Así las cosas, cada temporada había caza más o menos según los años, porque las condiciones climáticas también influyen en la cría de los animales silvestres. Se volvía a cazar y, año tras año, el aprovechamiento de la caza se hacía de forma sostenible.
Sir Peter Scott, ornitólogo inglés, tal vez el más insigne conservador contemporáneo, dijo que “Los animales cinegéticos son una cosecha del campo y la forma de recogerla es cazando, que lo único que hay que preocuparse es que ningún año falte cosecha”.
Cada uno de los que cazamos tendremos que preguntarnos qué es lo que hacemos nosotros por asegurar esa “cosecha”, qué es lo que hace cada cazador por asegurar el mantenimiento de las piezas de caza para el año siguiente. Solo entonces podremos demandar a la Administración que no caiga en errores de bulto como fue, en su día, declarar a los zorros pieza protegida, o en la actualidad otros de parecido tamaño.
Si seguimos con la presente tendencia podemos tener la seguridad de que en pocos años solo podremos cazar “caza enlatada”, porque la caza brava se habrá extinguido.
Tarde, pero aún estamos a tiempo de evitar entre todos que esto ocurra. Si tomamos esta cuestión con el interés que merece, el campo volverá a tener caza silvestre y, aunque poca, podremos cobrar un par de perdices bravas, una liebre, algún conejo. No hace falta llenar el morral, basta con disfrutar del campo, de la compañía de los amigos, del trabajo del perro y de todo el encanto que la caza proporciona. Cobrar más o menos piezas no es lo importante, lo importante es que no sean de gallinero.
Ortega y Gasset dijo que la caza para ser caza tenía que ser siempre aleatoria. No ir a lo seguro, ir a la aventura de lo que buenamente nos salte, pero con tal de que sea caza auténtica, caza brava.
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